Un día Sera estaba buscando plantas medicinales y al llegar a un claro del bosque de repente se encontró allí con un unicornio que, al contrario que la mayoría de los unicornios, ni era tímido ni huyó corriendo. Este permaneció allí tranquilo, dejó que Sera lo acariciara y le diera de comer e incluso se alegró cuando la elfa se montó en él cuidadosamente para regresar a casa cabalgando. Al llegar a su ciudad, Sera recorrió orgullosa las calles de Soleyas a lomos del unicornio. Desde entonces los dos son inseparables. Sera cuida de su unicornio con mucho mimo, lo engalana y le da de comer. A cambio, el unicornio lleva a la elfa a lugares misteriosos en los que ella nunca había estado. ¿Quieres descubrir lugares desconocidos con ellos?